domingo, 19 de octubre de 2014

La gota que derramó el represo en Cananea

Tras quince años de sequías en el noroeste de México en este 2014, la temporada lluviosa de verano ha mejorado. Gracias a su asombrosa capacidad genética  reverdecen planicies de pastos, arbustos y los principales árboles del Desierto Sonorense. En las cuencas de los ríos y partes altas de las sierras, la mayor intensidad de las lluvias ha recuperado praderas y bosques, mejorado el hábitat para la ganadería y las especies silvestres.  
Los productores de los pueblos del Río Sonora, esperaban con optimismo levantar altas cosechas en sus milpas y aprovechar la abundancia de agua y vegetación para producir más carne, leche y queso en sus potreros y rústicos establos en ambas márgenes del río. Sin embargo, “el gozo se fue al pozo” el pasado 6 de agosto. Con gran sorpresa, los habitantes de Bacanuchi, Arizpe, Sinoquipe, Banámichi Huépac, Aconchi, Baviácora, Mazocahui, Ures y otros pueblos y rancherías, fueron los primeros testigos del olor ácido y el  color amarillo-cobrizo del agua que corría por su cauce. Varios días después se  enteraron del cuantioso derrame de aguas ácidas, sulfatos de cobre y otras sustancias metálicas provenientes de un represo con residuos tóxicos de los patios de lixiviación de la mina Buenavista del Cobre en Cananea.
Los habitantes de Bacanuchi fueron los primeros en dar aviso. El personal de Grupo México les aseguró que no había problema. Después de varios días acudió la PROFEPA hasta que la minera Buenavista del Cobre reconoció su incapacidad para controlar la fuga de agua contaminada. A más de un mes de distancia del derrame, los habitantes del Río Sonora no han sido informados de manera coherente y veraz sobre el alcance de los daños causados en el ecosistema ni sobre las medidas económicas efectivas a corto y largo plazo para remediar aquellos causados a su patrimonio productivo en las tierras  y pozos de la cuenca en su conjunto. Prevalece la indignación y coraje ante la información contradictoria y las erráticas acciones de las autoridades estatales y federales que no han sido capaces de integrar un comando único para actuar con justicia y coherencia ante la magnitud de la emergencia.
La gota que derramó el represo de tóxicos se produjo cuando presuntamente falló la válvula de un tubo y se rompió el bordo del represo en el área de lixiviados, demostrando la ineficacia de los sistemas de contención que no soportaron la presión del volumen ejercido por el agua ácida de su interior. El bordo de tierra se remojó, abriendo un boquete por donde se derramaron los 40 millones de metros cúbicos de tóxicos. Ya sea por negligencia, incapacidad, o ambas, la empresa minera es la única responsable del hecho. La autoridad federal investiga las causas para determinar la naturaleza culposa o dolosa del delito y delitos contra el ecosistema del río, a raíz de la denuncia inicial de PROFEPA. La imparcialidad que siga la PGR, en las indagatorias, análisis de pruebas, peritajes, testimoniales y demás actuaciones de la investigación, está siendo rigurosamente vigilada por la opinión pública.
En dos desplegados publicados el 21 de agosto y 1ro de septiembre, el Grupo México intenta evadir su responsabilidad en las causas que provocaron el rompimiento. Primero afirmó que todo se debió a “un incidente fortuito” atribuido a las lluvias “por arriba de la media” y después las atribuyó a “un defecto de construcción en el sello de una tubería del sistema…”  Sin embargo, con estas dos afirmaciones la empresa se coloca la soga al cuello, porque de facto acepta el incumplimiento de los requisitos exigidos por las Normas Oficiales Mexicanas -SEMARNAT, 141, 159 y 147, CONAGUA 011 y otras definiciones claramente contenidas en la Ley General del Equilibrio y Protección al Ambiente, -LGEEPA- la Ley General para la Prevención de los Residuos, Ley de Aguas Nacionales, demostrando la vulnerabilidad de todo su sistema de represos, que no está preparado para resistir la presión interna de volúmenes incrementados de aguas ácidas y tóxicos residuales que se han venido acumulando de manera exponencial durante los últimos años. Menos aún en condiciones se encuentra su sistema de contención de resistir los efectos del reblandecimiento y presión sobre los materiales de bordos y cortinas durante períodos intensos de las lluvias de los monzones y trombas del verano, típicos del desierto y la sierra sonorenses, aunados a las lluvias por la humedad que dejan las colas y tormentas durante la  actual temporada de huracanes.
Cada día aparecen más evidencias que muestran que durante muchos años, el Grupo México no ha cumplido con los requisitos de la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, sus reglamentos y Normas Oficiales relativas y correlativas. Esta normatividad, elaborada con rigor científico y técnico, busca prevenir escurrimientos y filtraciones como el ocurrido el pasado 6 de agosto, y obliga al diseño de sistemas que contemplen la ocurrencia de fenómenos meteorológicos de mayores magnitudes, basado en períodos de hasta cien años. Sin olvidar que todavía falta conocer los dictámenes que investiga la Procuraduría General de la República y las sanciones correspondientes, por los daños causados. El daño ambiental, económico y social evidentemente tardará varios años para mitigarse en los cauces de aguas superficiales y subterráneas, suelos, lodos, vegetación, microhábitats acuáticos y en todos los seres vivos que integran la cadena trófica de la cuenca en su conjunto. Ello con consecuencias para el bienestar de la población que directa e indirectamente depende de este ecosistema para su desarrollo.
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¿Qué pasará con la gran presa de Jales?
El represo que se rompió es sólo una pequeña muestra de una amenaza mayor. Se trata del latente peligro del rompimiento de la enorme presa de Jales que por varias décadas ha acumulado crecientes volúmenes de aguas residuales y lodos que contienen altas concentraciones de los principales metales pesados, como cadmio, manganeso, zinc, mercurio y plomo. Metales pesados cuyas constantes filtraciones han contaminado durante décadas el flujo de agua del río y su microhábitat, suelos, pastos, flora y fauna, en perjuicio directo de la producción agropecuaria de centenares de productores desde el Ojo de Agua de Arbayo hasta Bacoachi, por lo menos.
Las constantes filtraciones han sido denunciadas ante las autoridades competentes en múltiples ocasiones sin que hasta la fecha se haya hecho algo al respecto. En el desplegado del pasado 21 de agosto, la minera anunció sus planes para incrementar la producción de cobre de las actuales 200 mil toneladas anuales, hasta 510 mil para el año 2016. Ante la incapacidad y vulnerabilidad demostrada por el sistema de nuevos represos –como el que se rompió– surge la duda sobre la inseguridad de la cortina y piso de la gran presa de Jales, que durante años han filtrado sus tóxicos que afloran en varios puntos del área del Ojo de Agua de Arbayo, por no haber recibido mantenimiento adecuado para contener y salvaguardar mayores volúmenes de lodos con altas concentraciones de substancias tóxicas.
Ante estas condiciones es impracticable la pretensión de duplicar la producción de la mina para el año 2016, pues los mecanismos para manejar de forma segura los deshechos tóxicos derivados de la extracción minera son insuficientes para los niveles de producción actual. Estos planes de crecimiento parecen estar guiados solamente por la búsqueda de utilidades para la empresa minera, sin tomar en cuenta los incalculables costos que dicho crecimiento impondría en la salud y el desarrollo económico y social de la población dependiente de las cuencas afectadas.
Este derrame, que es considerado por el secretario de la SEMARNAT, Juan José Guerra Abud, como el“mayor desastre ambiental de la minería en México”,no sólo implica lograr la justa indemnización a los usuarios, la reparación integral del daño ambiental y la aplicación con todo rigor de las sanciones correspondientes a los culpables, sino que es la oportunidad para cambiar paradigmas e igualar estándares internacionales en la valoración de las concentraciones previstas en las NOM relativas a los residuos tóxicos de la minería, en beneficio de las actuales y futuras generaciones de usuarios de las cuencas. La opinión pública nacional está exigiendo imparcialidad y justicia en todos los tonos y rincones de la nación en apoyo de los usuarios y productores agropecuarios perjudicados.
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Aberrante ubicación de la mina y presa de Jales
El sitio mismo donde se encuentra enclavada la mina y todas sus instalaciones y presas de residuos es una aberrante contradicción que requiere una profunda revisión y valoración interdisciplinaria, ya que ocupa el mismo lugar donde nace y se origina la cuenca hidrográfica del Río Sonora. El agua de lluvia y nieve que se capta, escurre e infiltra en las altas montañas que se encuentran en el Oeste y Noroeste de Cananea forma varias corrientes interconectadas de agua que brotan en fracturas y fallas geológicas de estas sierras, dando origen a los ojos de agua de los que se nutre el nacimiento del Río Sonora.
El conjunto de montañas que la mina ha venido deforestando, descapotando y explotando a lo largo de los años se encuentran justo en la cabecera geohidrológica donde nacen el río Sonora y su afluente el Bacanuchi. Este hecho incluye el tajo de la mina a cielo abierto y áreas circundantes. Las aguas subterráneas brotan a unos cuantos metros abajo y al sur del conjunto de represos con aguas residuales de la lixiviación y de la enorme presa de Jales a muy corta distancia del Ojo de Agua de Arbayo. En este sitio se iniciaron las primeras explotaciones mineras que se hicieron en forma subterránea hasta 1950, y en la década de los años sesenta se inició la explotación de tajo a cielo abierto, como actualmente se hace. En 1970, se nacionalizó la mina y en 1989, la adquiere Grupo México, quien pagó 490 millones de dólares, e inició el proceso de lixiviación por solventes y la contaminación por las constantes filtraciones al Río Bacanuchi y el San Pedro con sulfatos y otros metales pesados.
Debido a las persistentes denuncias de los usuarios del Río San Pedro en Arizona, que veían su río contaminado por los deshechos de la mina, se reubicó la antigua presa de Jales a costa de los usuarios mexicanos de la cuenca del Río Sonora. La “solución mágica” fue construir la nueva presa y los represos de lixiviados justo en la parte más vulnerable, a unos metros del nacimiento de los Ríos Sonora y Bacanuchi.
Por su antigüedad, la mina que actualmente explota Buenavista del Cobre es considerada como minería de tipo histórico, ya que el inicio de su operación, bajo otros operadores, se remonta a antes de la implementación del Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA). Ello implica que hasta el día de hoy se arrastran faltas en el cumplimiento de la legislación ambiental que serían inadmisibles para un proyecto minero nuevo, acorde con los estándares internacionales de esta industria.
A pesar de los cambios que la mina ha realizado para mitigar algunos de los impactos ambientales más graves – cuando después de varios años de presión popular se vio forzada a clausurar su proceso de fundición que contaminaba la atmósfera con emisiones constantes de bióxido de azufre – aun prevalecen varias irregularidades que generan un constante deterioro ambiental que afecta la salud de los habitantes de la región, tales como las persistentes emisiones de partículas suspendidas de sólidos producidas por las explosiones del tajo, la trituración de rocas y la circulación de vehículos por la red de caminos internos de la mina, sin omitir mencionar las grandes tolvaneras y nubes de polvo blanco que se levantan durante el verano de los lodos secos de la presa de Jales.
Es el momento oportuno para que el Poder Legislativo Federal asuma el reto de revisar a fondo y abrir el debate serio para promover consultas públicas y estudios comparativos internacionales sobre las inercias y problemas derivados de la ubicación de la mina y el origen de las cuencas hidrográficas. Asunto complejo e interdisciplinario, que merece analizarse para ubicar la importancia estratégica de Cananea y sus sierras como área natural protegida, captadora de agua de montaña que alimenta manantiales de los que se originan tres importantes ríos.
Desatención a las denuncias populares
Durante varias décadas, obreros, ganaderos, campesinos y ciudadanos de esta comunidad han denunciado en incontables ocasiones los riesgos de la contaminación atmosférica debido al arrastre de polvos de las operaciones de la mina y de las tolvaneras de la presa de jales durante los meses más secos y calientes del año, lo que resulta en la aerosolización de partículas finas de sustancias tóxicas que se levantan de las costras secas de los lodos contaminados.
Además, vale la pena reiterar y subrayar las denuncias de ejidatarios y usuarios sobre la contaminación de aguas y suelos causadas por las constantes filtraciones de aguas ácidas y metales pesados, abajo y al sur del gran bordo que forma la cortina de la gran presa de jales, así como las filtraciones del área de lixiviados, que han afectado el Río Bacanuchi. Denuncias que en conjunto se han desestimado, encubriéndose vicios ocultos y visibles, acumulados durante muchos años. El incumplimiento de la ley y las normas aplicables, exige que el Poder Legislativo se comprometa también en este caso a reformar y crear nuevas leyes para estandarizar a niveles internacionales los criterios y valores de las Normas Oficiales Mexicanas para proteger nuestros ríos, medio ambiente, la salud y cultura productiva de nuestros pueblos.
Prioridades y estrategias propuestas
Es relevante mencionar que la parte alta del Río Sonora es la más contaminada –desde el Ojo de Agua de Arbayo hasta Bacoachi y Arizpe y otras poblaciones que además colindan con las áreas de influencia y corredores ecológicos– de una de las áreas naturales protegidas más importantes de Sonora (Reserva Nacional Forestal y Refugio Natural  de Flora y Fauna Silvestre Ajos-Bavispe), formada por las sierras de “Los Ajos”, “Buenos Aires” y “La Púrica”; cuyos escurrimientos contribuyen generosamente al caudal del Río Sonora.
Lo anterior es importante porque las montañas y sierras de esta parte de México y Arizona en Estados Unidos, forman parte del “Archipiélago de más de 60 Islas del Cielo” que, además de ser un laboratorio único para el desarrollo de actividades científicas como la investigación biológica, geológica, paleontológica y astronómica, son esenciales para las comunidades que residen en la región por los invaluables servicios ambientales que proveen en la forma de biodiversidad, agua, aire y suelos limpios, todos elementos fundamentales para el desarrollo sustentable de la economía de la región.
Tomando en cuenta lo anterior, se propone una ruta crítica que establece prioridades y estrategias para mitigar el desastre de Buenavista del Cobre en el corto y mediano plazo:
  1. Nombrar un consejo único que coordine las acciones del plan de emergencia que llevan a cabo la SEMARNAT, CONAGUA, PROFEPA y en cierta forma el gobierno del estado, para evitar el actual clima de incertidumbre, confusión y desconfianza que prevalece entre la población y usuarios debido a la falta de coordinación e información oportuna y confiable.
  2. Creación de un comité permanente científico y técnico, que dé seguimiento a la evolución y efectos de la catástrofe, conformado por los principales centros de investigación, tales como el CIAD, UNISON, INAOE, CESUES, CEDES e instituciones como la CONANP entre otras, para ofrecer asesoría al gobierno federal y apoyar a los usuarios de la cuenca en las acciones pertinentes.
  3. Los centros de investigación, el Colegio de Sonora y otras instituciones afines, deberán proponer y coadyuvar con el Poder Legislativo para iniciar las propuestas de reformas pertinentes que den mayor coherencia y eficiencia al conjunto de ordenamientos relacionados con este incidente, tales como la nueva Ley de Responsabilidad Ambiental –vigente desde el año pasado y que hace su debut en este caso–, la Ley General del Equilibrio Ecológico, la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, la Ley General de Aguas Nacionales, Ley General de Vida Silvestre, Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable y sus reglamentos y las Normas Oficiales Mexicanas, como la NOM 159-SEMARNAT-2011 relativa a los procesos de lixiviación de cobre, la 141-2003, relativa a las características de las presas de jales, la 147, relativa a las concentraciones y remediación de suelos contaminados por arsénico, bario, berilio, cadmio, cromo, mercurio, níquel, plata, plomo, selenio y talio y la NOM 035 sobre contaminación de aire y otras relativas a aguas residuales.
  4. Un aspecto nodal en este conjunto de reformas es lograr la homologación y concordancia con las NOM y lineamientos internacionales para los sistemas de lixiviación y las concentraciones de las aguas residuales y suelos contaminados con los doce metales mencionados en el punto anterior. El objetivo es homologar internacionalmente los actuales valores de las NOM ya que son excesivamente laxas si las comparamos con los estándares internacionales para medir los mismos valores y parámetros. (Por ejemplo, mientras algunas de nuestras normas imponen límites en miligramos por litro, en la Comunidad Europea se miden en microgramos por litro, es decir que son mil veces más estrictas que en México.)
  5. Remediar y monitorear los “daños colectivos” en toda la cuenca del Río Sonora, Río San Pedro y tributarios del Magdalena:
    1. Efectos en el ecosistema y evolución temporal de las cadenas tróficas y en la pérdida de biodiversidad en la cuenca y su área de influencia circundante.
    2. Lodos y suelos durante la época de lluvias y la contaminación atmosférica de los polvos generados por las costras de suelo durante la época de secas.
    3. Medición de los niveles de contaminación en aguas superficiales y filtraciones en aguas subterráneas en una franja por lo menos de 500 metros en ambas riberas del río.
    4. Evolución de la calidad de los productos agrícolas y ganaderos de los usuarios de los pueblos y comunidades, que incluyan las parcelas con tomas directas del río, norias, cárcamos, pozos y represos derivados del río.
    5. Evaluación del deterioro en los niveles de bienestar humano en los pueblos y comunidades afectados por el derrame.
    6. Medición y monitoreo con regularidad del balance hidrológico en la disminución y abatimiento de los mantos freáticos, debido a la evidente sobreexplotación causada por el creciente conjunto de pozos de supuesto abrevadero (recientes y antiguos) que la mina de manera jurídica poco clara utiliza y mantiene como reserva para sus operaciones, principalmente en la cuencas altas, orientales y occidentales de los Ríos San Pedro y Sonora.
  6. Llevar a cabo todas las medidas preventivas necesarias para evitar que este tipo de accidentes se repitan, con particular atención al riesgo inminente que representa la gran presa de jales de la mina de Buenavista del Cobre.
Cananea, vista aérea
Cananea, vista aérea

Algunas conclusiones
La explotación minera de Cananea lleva más de cien años de extraer cobre, oro y plata de las entrañas de la tierra a costa del deterioro ambiental que causa pérdida de biodiversidad, la creciente erosión del suelo, la sobreexplotación y contaminación en las cabeceras de tres importantes cuencas hidrológicas, así como la aerosolización de partículas tóxicas, todo ello con consecuencias directas e indirectas a la salud, el bienestar y el potencial productivo de las comunidades de la región. La ideología dominante de la explotación minera en la zona se ha enfocado exclusivamente en generar ganancias privadas, sin considerar los costos ambientales, sociales y humanos que impone colectivamente en las comunidades afectadas.
Lo que se requiere para los próximos días y años es construir nuevos paradigmas y cambiar las políticas públicas que regulan el ciclo completo de la operación de las empresas mineras y el manejo efectivo de sus residuos contaminantes. La explotación de nuestras riquezas minerales debe de guiarse por una visión holística y de largo plazo que tenga como centro la salvaguarda de la salud, el bienestar y el potencial productivo de las comunidades afectadas por todo el ciclo del proceso extractivo. El desarrollo económico no puede desestimar los costos colectivos de las ganancias privadas, ni los costos futuros de las ganancias inmediatas.
Nos duele profundamente ver la actual contaminación del agua del Río Sonora, no sólo por lo que ya hemos dicho en este artículo: el agua es mucho más que un simple “recurso natural”, es una parte fundamental y dinámica del funcionamiento de la naturaleza y las comunidades que sufren las consecuencias de su contaminación, sino porque el respeto al medio ambiente no es más que el respeto a la dignidad y el bienestar humano en pleno reconocimiento de nuestra participación y dependencia de los ecosistemas de la biósfera.

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